sábado, 21 de mayo de 2016

Solo le pido a Dios

Hoy he bajado al Mercado del Guinardó para comprar cuatro cosas y, como cada sábado, me he dado el pequeño gusto burgués de desayunar fuera. Os pongo en situación. Una barra enorme, de unos diez metros. Vacía. Llega un señor mayor y se sienta a mi lado. Se acerca una señora mayor con la mirada herida y se sienta a mi lado. Y yo me enfado. ¿Por qué se sientan junto a mí si el bar está vació?

Cojo mi café y me retiro medio metro más allá. Y entonces pienso en mi gesto. ¿No te had dado cuenta, Georges? Segundos antes le enviabas un mensaje a un amigo pidiéndole quedar hoy porque te te dolía la soledad. Y ahora eres tú el que rechazas a dos personas con el mismo miedo que tú, que solo buscaban tomar un café con otra persona. Solo dos minutos.

Y dándole el último sorbo al café me pongo a llorar en la barra del bar recordando la letra de "Solo le pido a Dios". Ay, Mandell...




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